
Hace unos meses, los seguidores más fieles de mis andanzas caseras, recordarán que comenté el inicio de los trabajos para la
reforma del trastero de mi seta.
Bueno, como uno ha estado ocupado en otras cosas y, la verdad, el tema nunca fue muy interesante para mi, pues la conclusión de la obra había quedado así, inconclusa. :P
Pero al final todo llega, y las hojas se caen de los árboles, y llegan la factura del dentista y también llega, por desgracia, el momento de terminar este tipo de cosas.
El caso es que hace unas semanas, y previa promesa de cena, lié a todo aquel que se puso a tiro, y organizamos las tareas de tal manera que al acabar, aquello iba a rozar el lujo asiático, tipo sultán de Brunei y gente así...
Y claro, ya puestos, no nos podíamos conformar con pegarle un fregoteo al suelo, dejarlo un poco lucido, y a otra cosa mariposa. Iba a ser que no... Y es ahora, cuando las cicatrices (no todas) se han cerrado, cuando podemos desvelar y sacar a la luz pública uno de los episodios más dramáticos ocurridos en la corta vida de esta seta. Pásmense...
10 de la mañana. Sueño, ojeras, y pocas ganas, para que nos vamos a engañar... Pitufo Bromista se acerca a mi trastero, para ayudarme en la ingrata tarea de pintar. Según mis propias palabras, "no vamos a pintar, solo a echar pintura en la pared.. A cascoporro". Vamos, que no buscábamos un nivel de detalle como de concurso. Simplemente tapar los agujerillos para impedir que hubiese polvo.
11 de la mañana. Contra todo pronóstico, nuestros cálculos fallan. Se acaba el primer (y único) bote de pintura y apenas hemos pintado una pared... Así que mandamos al pitufo Fortachón a buscar suministro... Nos quedamos a la espera, contando tontunas y evaluando el acabado de la pared.
12 del mediodia. Con todo y con eso, la ñapa iba avanzando. Pitufo Bromista tiene que ausentarse, dejándome con la pintura (y el colocón de pintar en un cuarto cerrado). Pero uno, optimista como es, sigue pensando que todo es posible, que el Madrid ganará la liga, y que antes de comer terminamos con el trastero, y nos pasaremos a lo gordo, al "mondongo" (en palabras del pitufo Bromista).
3 de la tarde. Trastero "pintado", comida, y salimos corriendo para buscar al pitufo Filósofo.
5 de la tarde. Llegamos de nuevo al trastero. No tenemos cables para poner el fluorescente. Malamente. Breves momentos de indecisión. Pero como SWATs perfectamente entrenados que somos, nos reponemos enseguida y pitufo Bromista y pitufo Fortachón hacen el segundo viaje a Leroy, mientras pitufo Filósofo me da palique al tiempo que yo limpio el suelo del trastero de pintura. Y así va pasando el rato...
8:25 de la tarde (¿o ya se dice noche?) Se nos rompe una broca al intentar hacer un agujero en la pared, para colocar el soporte del fluorescente. No hay víctimas.
8:35. Los pitufos entonan canciones religiosas a la luz de una linterna (absolutamente verídico), mientras Fortachón empalma cables. Aquello da un poco de mal rollito.
8:50 de la noche Bromista y Filósofo, después de un minipartido de futbol entre los coches del garaje, han terminado de montar las estanterías. Pitufo Fortachón da un paso atrás para ver como queda colgado el fluorescente, me mira, y dice:
"No digas nunca que esto lo he puesto yo".Lo que no podía saber es que un fluorescente un pelín torcido iba a ser la menor de nuestras preocupaciones...
(continuará...)