miércoles, marzo 07, 2007

Landa se va...

Leo en la revista del domingo (con un poco de retraso, ya lo sé), que Alfredo Landa se retira. Dice que ya está bien, que su última película es de verdad la última. Después de 133 películas, 120 como protagonista, dice que lo deja. Que es hora de pasar página...

Y la verdad, es que me da mucha, mucha pena. No es como si se hubiese muerto (espero que eso tarde muchísimo en suceder), pero si nos deja a todos un poco huérfanos.

A aquellos que hemos disfrutado de un actor como la copa de un pino, capaz de metamorfosearse lo mismo en un cateto a bordo de un barco de la armada, en un extra enamoradizo rodando en Almería, un emigrante limpiando ventanas junto a Summers... y también en Paco, el maltratado guardés de "Los Santos Inocentes".

Alfredo Landa para mi siempre ha sido uno de mis actores preferidos. Por lo cercano de su expresión, de su voz, escuchada miles y miles de veces en películas buenas, muy buenas. Y también en las muy malas. Lo admiro por ser capaz de representar el estereotipo de un país, y después ser capaz también de dar un nuevo giro de tuerca a su carrera, y demostrar a este país cainita, y al mundo, su calidad y capacidad artística.

A veces nos fijamos en actores extranjeros, formados en Actor's Studios y cosas así, todo como con mucho pedigrí. Y oye, que están muy bien, y que cantan, y bailan, y hacen cosas, y todo muy bonito, y muy glamuroso. No digo yo que no.

Pero hay expresiones, miradas, formas de decir las cosas, en las que Alfredo Landa, Paco Rabal, Manuel Alexandre, Fernán Gómez, o Jose Luis López Vázquez han sentado cátedra. Sin más herramientas que un talento que desborda por todos lados, cuajado en teatros de pueblo, en películas de calidad cuestionable.

Así que una de estas tardes, seguramente el sábado, me voy a regalar a mi mismo una sesión de Landa. De Landismo (No desearas al vecino del quinto) y de Alfredo. El Crack.

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