martes, julio 03, 2007

Affectio maritalis

Hacía sol, como en los días soleados en los que no llueve. 1 meses y 1 día, como las condenas. ¿Lo ha sido? Supongo que no... Estoy seguro de que no.

Hacía sol, decía, y esas cosas siempre vienen bien. El vestido de la novia luce menos cuando llueve. Es curioso el aluvión de ideas, de recuerdos que se agolpan en la memoria en los pocos pasos que conducen a la novia al altar. Quizás es que son muchos años... Tal vez los recuerdos son tantos, y tan buenos, que es difícil escoger sólo uno.

También lo es decir en que momento alguien cercano se convierte en parte de tu familia, de tu mundo, cuándo deja de ser acompañante. Simplemente ocurre. Simplemente ocurrió.

Y quizás por eso, las ganas de celebrar eran mayores, la alegría más sincera... la emoción al observarles intercambiar anillos y comentarios en voz baja, inmensa.

Hacía sol... Y es bello ver a aquellos que se quieren bajo su luz, abrazados al son de la música que se confunde con aplausos y risas.

Y fue, es, fantástico compartir un pedazo de su tiempo, de su memoria y su recuerdo. Poder decir si, yo estuve allí, yo les vi, yo cantaba con ellos.

Serrat decía que de vez en cuando la vida se nos brinda en cueros, y nos regala un sueño tan escurridizo, que hay que andarlo de puntillas, por no romper el hechizo. Y no se si es cuestión de suerte, o el Destino, que encontremos a quien nos hace feliz. Supongo que es una mezcla de ambas cosas. No lo sé.

Creo que simplemente hay que aceptar el regalo que la vida presenta ante nosotros, para que lo toquemos con la punta de los dedos... Y agarrarlo fuerte, muy fuerte, y desear que nunca se esfume ese sentimiento, esa felicidad, que nunca se rompa ese pas de deux.

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