miércoles, julio 14, 2010

Volvieron los paraguas

El lunes amaneció un día soleado, brillante y reluciente como un trofeo. España fue una fiesta, banderas ondeaban al viento, y la gente aparcó por unas horas los problemas para unirse en una celebración que aunó gritos, aplausos y vítores.

Hubo mucha emoción durante estos días pasados. Quizás por lo novedoso, porque nunca antes nos había tocado a nosotros. Por tantas y tantas veces que creímos poder, y no pudimos. Por tantas decepciones.

Tal vez fue el grupo, que por fin nos parecía un equipo.Sano, sin rivalidades internas, sin estridencias, sin quítate tú, para ponerme yo. Puede que eso nos implicase más con la causa, si es que eso era necesario.

Y ayudó la épica, la victoria en el último instante, en el último minuto, bajo las patadas y los golpes. La defensa de la apuesta por un estilo, por una idea. Es bello vencer, en todos los órdenes de la vida, defendiendo lo que uno entiende como suyo, lo que le hace disfrutar, lo que siente como algo natural.

Todo lo que vino después, las celebraciones, los besos, las dedicatorias, los gestos, los guiños.. quedan ya en la memoria, para que hagamos con ellos lo que queramos. Olvidarlos o recordarlos, enorgullecernos o criticarlos, cada uno sabrá.

Y reducir esto a 23 millonarios dando patadas a un balón, es ventajista. Como lo sería hablar de un millonario dando a una pelota con una raqueta, de un tío alto con barba jugando al baloncesto o de un grupo de chicas haciendo posturitas en una piscina.

Si celebramos los triunfos de unos, ¿por qué no celebrar los de todos?  Si nos enorgullecemos de unos, ¿por qué no de otros? Si vibramos, si nos emocionamos, si lloramos con unos, ¿por qué no con todos? Si nos inspiran unos, ¿por qué no todos?

Quedémonos con la alegría, y con el ejemplo. Queda la idea de que es posible realizar tareas que se nos presentan imposibles, con las dosis adecuadas de talento y esfuerzo. Lo vimos hace 3 días, 15 millones de personas lo vimos.

Y ayer volvieron los paraguas, al menos donde yo vivo. El día se levantó plomizo, como dando a entender que está bien celebrar, y disfrutar pero que la vida, con su carga de problemas, con nuestras hipotecas (bancarias o no) y nuestras facturas, sigue estando ahí. Que la lucha continua, que el pasado es fue espléndido, pero que es labor nuestra hacer nuestro presente y nuestro futuro igual de brillante.

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