La vida, todas las vidas, no son más que una obra de teatro en tres actos; vida que viene, vida que vive, vida que se va...
Y es en esa obra donde todos nos sentimos protagonistas, artistas principales dentro de nuestra ordinariez, de nuestra mediocridad.
Y somos protagonistas secundarios, un día, y otro día, y otro más, siempre el mismo papel con distinto libreto, las mismas lágrimas con diferentes emociones, el mismo corazón para tantos sentimientos...
Tal vez sea cierto; tal vez la vida no es más que una representación, y no somos mas que comparsas de los que lo son nuestro. Tal vez...
Pero es cierto, debe serlo, que hasta el peor de los actores, el más gris y oscuro secundario, tiene también su momento de gloria...
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