viernes, mayo 21, 2010

I will survive

Cuando tu gato te mira con cara de sorpresa, mientras tú sujetas un martillo en una mano, y un cuchillo de sierra en la otra, sabes que has llegado a un punto sin retorno. Y el portatil inunda el salón con "I will survive" tapando el "ruc-ruc" del cumen cortado, y te quedas con el mango del cuchillo en la mano, y piensas que quizás no fue buena idea... Comencemos por el principio...

Hará cosa de mes y medio, acometí la operación "Salón de revista de decoración", de la que algunos me habréis oído hablar.

Consistía, básicamente, en comprar una mesa y unas sillas, desplazar los sofás, cambiar el mueble del salón de sitio... Eso implicaba deshacerme de muebles que tenía, un viaje a Ikea... Esas cosas que a quizás a otra gente le encante, pero que a mi me da bastante pereza.

Total, que hace mes y medio, moví los sofás, el mueble y cambié la tele de sitio, para dejar espacio a las sillas que compraría la semana siguiente. Y al cambiar la tele, se fue al carajo el sistema que tenía montado para la TDT y lo demás. ¿Qué cual es la relación? Bueno... Digamos que de la entrada de señal comunitaria salía un cable. Digamos, por seguir con la historia, que el otro extremo del cable iba conectado al decodificador del TDT, donde también se enganchaba una antena externa (mis problemas de sintonización, aquí y aquí). Finalicemos diciendo que el decodificador se conectaba a la tele, donde yo recibía la imagen de Bob Esponja y su amigo Patricio (y no mucho más, a decir verdad).

A eso había que unirle los cables de la play, los altavoces para la susodicha, el euroconector del DVD y alguna cosa más. Claro, uno que es un pitufo con dos manos, se lió a enchufar y desenchufar cables, con bastante porcentaje de acierto, todo sea dicho en mi defensa. Pero a la hora de conectar el cable que iba a la pared, nos encontramos con dos agujeros, ambos distintos, ambos diferentes. Sin mucho deliberar, optamos (el pitufo filósofo me ayudaba en el proceso) por uno de ellos, dejamos el cable colgando, movimos el armario (craso error) y nos quedó el salón que daba gusto verlo.

El salón, porque la tele no hubo manera.. Al querer conectar el decodificador, nos dimos cuenta que la opción escogida no era la correcta. Y como pitufo pragmático que soy, y dada la hora que era, conecté la play, los altavoces, y me dije a mi mismo que mañana sería otro día...

A la semana siguiente pusimos la mesa y las sillas (gracias a los pitufos que vinieron a ayudarme con el montaje) y el salón tenía el aspecto que os pongo a la izquierda. Molón, ¿eh?

Obviamente, con la tele sin enchufar al decodificador de la TDT. El caso es que así se quedó, porque estás cosas, contrariamente a lo que uno podría pensar, no se ponen solas. Seguro que para alguno de vosotros es una sorpresa. También lo fue para mi en su momento, aunque después de varios años de cosas a medio terminar en mi seta, estoy empezando a estar más curado de espanto.

Y fue pasando el tiempo, e incluso cambié de tele, por una mucho más elegantona, que se ve que lo flipas de bien. Si, la Play y el DVD se ven a tutiplen.. Pero seguia sin poder ver a mi añorado Bob Esponja. Bueno, realmente no tan añorado...

Podría decir que hoy tuve un arranque de amor propio y, sentado en el sofá, con la mirada perdida en la tele apagada, me dije: Esto no puede seguir así, esto es de vergüenza ajena. Pero mentiría como un pitufo bellaco. Realmente ha sido un día bastante liado de curro (como mola decir eso), y a eso se le suma que el sábado es la final de la Champions. Y aunque había sopesado múltiples opciones para ver el partido, incluyendo invadir el piso de abajo, que estaría vacío todo el fin de semana, decidí que hoy era un día tan bueno como otro cualquiera para cambiar el cable de la antena, sacar el decodificador del armario donde llevaba más de un mes guardado, y coger el toro el mando, por los cuernos ¿botones?

Así que después de estudiar en profundidad la situación, vi de forma cristalina que tenía dos opciones. La primera, la que cualquiera habría escogido, consistía en vaciar el armario, moverlo unos 50 cms en dirección contraria a la pared, cambiar el cable que iba a la toma, conectar la tele y los demas aparatejos, volver a mover el armario otros 50 cms (esta vez en dirección hacía la pared, que si no se pegaba con los sofás) y rellenar el mueble. Esa, como digo, era la solución fácil. Lo sencillo. Y también, ¿por qué no decirlo? Lo aburrido.

Yo no había tardado un mes y medio para tirar por el camino fácil. Por una senda tantas veces caminada por otros pitufos interioristas antes que yo. Para nada.

Una vez encendido el portatil, cargué en el Spotify la lista de canciones que la situación requería y, con decidido paso y medio (mi salón tampoco es tan grande) me planté frente al mueble.

Yo sabía que la toma de la señal estaría en un punto indefinido, detrás de los cajones inferiores del mueble. También sabía, porque lo había montado yo, que entre los cajones y la toma de señal se encontraba la sólida (ejem) barrera de una plancha de cumen. Por tanto, el tema estaba claro. Todo consistía, pensaba yo mientras Survivor llenaba la habitación con su Eye of the Tiger, en hacer un pequeño agujero en el cumen, por donde poder meter la mano y, descolgando el cable por la parte de atrás del armario, cambiar un extremo por otro.

Mientras sacaba los cuatro cajones, e Irene Cara cantaba aquello de I'm gonna live forever Loki, que es un gato prudente, se retrepó en el sofá, manteniendo las distancias. Que es un gato con mucha mili, y sabe cuando hay que dejar espacio...

Aquello no pintaba bien, pensé. Para mi sorpresa, el cumen había resultado ser mucho más resistente de lo que yo imaginaba. El cuchillo de sierra que había traído de la cocina se antojaba insuficiente para cortar el pequeño agujero que yo había proyectado. Como una señal, el portatil lanzó Gonna fly now. Cierto, pensé. ¿Qué habría hecho Rocky en esta situación? La respuesta estaba clara. Cogí el martillo.

Aquello facilitó mucho las cosas. Al cabo de unos minutos, justo cuando Aretha Franklin estaba en lo mejor de I say a little pray for you, yo ya tenía la mitad del cumen agujereado, y la toma de la señal comunitaria se mostraba ante mi. Gracias, Rocky.

El resto fue sencillo. Mientras Gloria Gaynor decía que iba a sobrevivir, yo recortaba al ritmo de la música con el cuchillo de cortar el pan el agujero para acceder más fácilmente a la toma.

Conecté el resto de cables a la tele, tarareando It's raining men para, finalmente, configurar el sintonizador cantando a duo con Boy George.

Ains, pero que poco dura la alegría en casa del pobre... Después de todo el trabajo, lo primero que me encuentro una vez sintonizado el descodificador, es a Buffy pegándose con no sé quien.

Para este viaje, no necesitaba tantas alforjas, pensé, sentado en el sofá, mientras Hugh Grant (si, el mismo) cantaba desde el portatil, frente a una televisión apagada.

P.D. Lidia, te dedico el post, que sé que si vas de enlace en enlace, disfrutarás tanto como yo. ;-)

3 comentarios:

Anónimo dijo...

Oiga, sería usted tan amable de explicarme, así en dos palabras,

¡¡¡ Qué coño es un cumen !!!

Muuuuchas gracias.

Pegasus dijo...

JAJAJAJAJAJAJAJA

¡Por supuesto!

Realmente no se si se escribe así.

El cumen es ese material, un poco endeble, que es como de madera, que se utiliza para hacer manualidades, o para poner de fondo en algunos muebles baratillos.

Si alguien conoce alguna otra utilidad..

Anónimo dijo...

¡AH! Pos vale.

Saludos.