miércoles, agosto 09, 2006

Cuando se acaba la ropa del armario...

Reconozcámoslo: Mi relación con la lavadora en casa de mis padres había llegado, todo lo más, a un par de golpes por mi parte para que dejase de hacer ruido cuando estaba viendo la tele en la cocina.. Con esos antecedentes, bastante poco esperanzadores, para que nos vamos a engañar, me enfrenté a mi destino.
Yo había hecho lo que supongo que había hecho cualquier soltero de mi edad (la que sea, no vamos a estar ahora con estas cosas...). Es decir, comprar una lavadora bonita, de color blanco, a juego con la nevera. Había observado con una mezcla de respeto ritual y aburrimiento al fontanero que la instaló en la cocina, y con la misma, me había olvidado de que existía. Porque vamos a ver, una lavadora no es como el microondas o la nevera, que son artículos de primera necesidad... Una lavadora es.. coñe, pues eso, una lavadora. No se si me explico.
Pero, la vida cuesta, y aquí vais a empezar a pagar.. (uhmm, creo que eso era de otro sitio). El caso es que llegó el día en que toqué con la mano el fondo de mi armario, y eso solo podía indicar que no había más ropa limpia, y me vi en la tesitura de acercarme, abrir la puerta redonda de aquel chisme, y ponerme a leer el manual de instrucciones.
Según aquel libraco, mi lavadora hacía de todo, excepto cantar rancheras, y eso porque era alemana. Abriendo un panel maliciosamente oculto en su frontal, me encontré frente a lo que el manual definía como "depósito de detergente" y "depósito de suavizante". Coño, ¡pero es que yo tenía un tercer depósito, que no venía explicado por ningún sitio! ¿Ese para que era, para el líquido de frenos? Después de beberme una cocacola para los nervios y ver un poco la tele para descargar tensiones, decidí jugarme el todo por el todo. Echaría jabón en los dos primeros, y suavizante en el tercero. Por si acaso, planee mi estrategia. Solo lavaría la ropa más cutre que tuviese, la típica que si la pierdes tampoco pasa nada..
Utilizando el librillo como si se tratase de la mismísima piedra de Rosseta, finalmente aquello empezó a soltar agua y a moverse. Acerqué una banqueta y, atraido por el runrún hipnótico, me senté frente a la lavadora, con los pies en alto, para prevenir posibles humedades...

1 comentario:

CHANLEETO dijo...

Amigo, eres un valiente. Así que rellenaste el tercer depósito al azar... y acertaste. La verdad es que te para un momento a pensar y es verdad, la cantidad de cacharros que hay por casa y no sabemos usar. Casualmente están todos en la cocina... no deja de ser curioso. Porque yo del DVD se usar hasta el plástico del embalaje.
Lo dicho, un valiente.