jueves, octubre 05, 2006

Reunión de vecinos

Una de las experiencias más interesantes cuando uno tiene piso, son las reuniones de vecinos.

Para mí, cuando vivía en casa de mis padres, las reuniones de vecinos consistían en una nebulosa imposible de ubicar, donde mi madre desaparecía por varias horas, y de donde emergía toda mosqueada porque no se arreglaba la fachada. De pequeño recuerdo que era un espectáculo interesante las noches de reunión, con mi pequeño portal lleno de sillas de diferentes estilos y todo el mundo por las escaleras...

Ains, pero esto, lo mismo que las series de dibujos, siempre es mejor cuando uno es pequeño. La compra de un piso conlleva, porque por desgracia no somos millonarios para comprarnos un chalet alejado, cosas como las reuniones de vecinos.

La primera vez que yo asistí a una, fue como ¿flamante? propietario de mi no menos ¿flamante? piso. El cartel, pegado en la puerta de entrada de los garajes y del portal, anunciaba la hora fatídica. Bueno, realmente, anunciaba dos. Y claro, hay viene el lío. ¿Qué es eso de primera y segunda convocatoria? Así es imposible acertar.. Porque si eres de los que van a la primera, esperas casi una hora hasta que empieza la reunión. Y si eres de los de la segunda, como uno siempre quiere apurar, al final llegas cuando ya están pasando lista. Malamente.

Total, que después de pasar lista, algo divertido de ver, porque siempre hay alguno que se despista, que ha llegado tarde, que no ha oído, el secretario que se salta un piso.. se empieza con el orden del día.

Lo del orden del día es como el guión que le dan a Bertín Osborne. Vamos a ver. Escrito, está, pero no le hace caso ni San Pedro. Quizás el administrador, que por eso de mantener el tipo, y porque tiene familia que le espera en casa, pues el muchacho tiene ganas de salir de allí y coger el coche (pápa, no corras).

Una amiga mía dice que estas reuniones sacan lo peor de cada uno. También es cierto que uno no puede juzgar mucho, porque no coincido con mis vecinos lo suficiente.

El caso es que el presidente y el secretario, talmente como una corrida de toros, ambos a los lados del administrador, intentan mantener un poco de coherencia al tema, mientras el resto de los vecinos, divididos en corrillos, nos dedicamos a criticar a los vecinos que están en otros corrillos.

Y luego siempre hay algún vecino despistao, que no se ha "integrado" en ninguna de las facciones, y allí se queda, apoyado en algún coche, con cara de susto.

Y bueno, la reunión, a trancas y barrancas, va avanzando, sin que realmente se llegue a nada. Por que ese es el gran misterio de las juntas de vecinos. ¿Cómo es posible que casi 60 personas, a las que se presupone adultas, traten un máximo de cuatro temas durante casi dos horas y media, sin llegar a ninguna conclusión? Y claro, todo esto en el garaje, que para un rato está bien, dejas el coche y te vas, pero después de un par de horas de pie, el escenario pierde su gracia...

Hasta que llega lo que yo llamo "El Momento Indecisión", EMI a partir de ahora. ¿Que qué es eso? Bueno, EMI llega cuando de repente, y sin que nadie sepa muy bien porque, todo el mundo se calla a la vez, y nos quedamos mirándonos como con cara de niños a los que pillan justo cuando han roto el jarrón más caro de casa. Y ahí surge de nuevo la figura del administrador, que después de 2 horas y pico intentando que le escuchen, anda como loco de escapar de ese garaje que le parece un zulo, y salir de nuevo al aire libre. Como todo el mundo sabe, la principal función que tiene el administrador no es que las puertas cierren, y que las escaleras tengan luz, sino desatascar el EMI e intentar reconducir la cosa.

Y la reunión que se va muriendo sola, poquito a poco, sin que a nadie le importe, porque a todos ya nos duelen los pies, y estamos hasta las narices de oír al vecino metiche, que opina de todo, que sabe de todo, que es la caña de España, pero tiene el piso más pequeño de la urbanización y, además, todos sospechamos que su mujer se los pone con el del 4-E.

Los finales son un poco como esas navidades que a veces pasas con esa familia con la que no te llevas bien. Mucha sonrisilla ("chiquilla, que corte de pelo más chulo"), mucha promesa ("en la próxima nos tenemos que poner de acuerdo tú y yo, que tenemos mucho en común") y sobre todo, el clásico despelleje a aquellos que han estado en contra nuestro aunque, nuestra memoria es así de volatil y cabrona, en la anterior eramos aliados hasta la muerte para impedir cerrar la cocina al del 4-E. Joder, encima que se tira a la del metiche... ¡Si es que hay gente que lo quiere todo!

3 comentarios:

Boquerona dijo...

Madre mía, esto es como las reuniones de Desengaño, 21 pero con 60 enemigos!! Qué valor... De todas formas, Pegasus, ahí hay negocio... Desde el alquiler de sillas, hasta el mítico "pipa, cacahuete, almendrita, oigaaaa!!", y, por qué no, la transcripción de todo lo que allí se diga para que no caiga en saco roto y en la próxima devolverle la puñalada al que se pase. Piénsalo, Pegasus, piénsalo...

Anónimo dijo...

Ains... quién pudiese tener esas reuniones... significaría que yo estoy también con mi ¿magnífico? piso, disfrutando de mis ¿magníficos? vecinos... en fin.. con suerte, en menos de un año me independizo.. que ya va siendo hora :P


P.D.: soy Sergio (aradkitas para l@s colegas)

Anónimo dijo...

qué bueno! cómo me he reído!